Al otro día, la otra abuela. No sé por qué el recorrido. No lo pensé, me salió. Una abuela, otra abuela.
Cuando abrió la puerta, dos cerraduras y pasador en un octavo be, me tocó la cara con las manos y sonrió. Siempre dice "Tanto tiempo"
El tiempo es tan raro. No quiero ni pensar en si existe o no porque me da vértigo.
Tiene noventa años, y tiene tos. Sólo tos. Y algunas tristezas. Dice "Acá ando, como puedo"
Tiene la piel divina. Sus pensamientos son tan agudos y tan rápidos. Me contó que ya no se compra el diario porque le gusta mucho leerlo, y entonces se pasa todo el día leyéndolo y no hace otra cosa. Me dijo eso mientras tendía unos trapos en el lavaderito.
Me regaló botones, una caja de lata y unos libros de mi abuelo. Me dio varios ya. Iba recorriendo la biblioteca y me preguntaba ¿Einstein te interesa?
Cada vez que voy hay fotos diferentes en la biblioteca. Había dos en las que yo aparecía. Una de cuando tenía más o menos ocho años, toda despeinada. Y otra de más chica con mi hermano Martín.
Yo soy medio ratona y me interesa todo. Me traje los viajes de Marco Polo. Fascinante. Yo creo que me hubiera ido a la mierda como Marco Polo.
Se siente fuerte el viento en el octavo. Pensé mientras la abuela revisaba sus mails.
También me dio un chocolate.
Me parezco a ella en que nos gustan demás los chocolates.
Y en que somos exageradas y dramáticas, a lo García Lorca.
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