viernes, 2 de marzo de 2012

(vieja verborragia/ vomitada en rauch en 2009)

Camino por los huecos que me dejan para andar, a veces con mucho calor, calor de manos calor de verdulerías calor de mates tan dulces que no me gustan tanto pero me los tomo igual porque están llenos de mariposas y eso sí me gusta. A veces la gente se me escapa de los recuerdos, las palabras se van como agua por los coladores de mi frente y me quedo sólo sola con la frente vacía. La música de los dientes y de los dedos viene de vez en cuando como cuchillitos pequeñitos que me hunden en los huesos un dolor dulce, como dulce de olor a viejo, a humedades, a dulce feo. Y entonces viene un momento entre el azul y el negro, un pedazo de sensación de tristeza que lo meto en la mochila sin darme cuenta entre todos los papeles desordenados que se caen y se esconden para que no los encuentre y tenga que llamarlos y decirles cosas lindas para que vuelvan. Y voy con la mancha amarga, ácida que me tiñe la mochila sin que me de cuenta, hasta que me doy cuenta y me siento en un banco de la plaza y me saco los zapatos y acaricio el pastito con los dedos y viste qué lindo el sol, y ahí me amigo un poco con mi frente vacía y no le pido que esté llena, la dejo así fresca y suave y no le pido nada, entonces ella baila y se pone contenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario